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El tamaño sí importa

Científicos han descubierto que el tamaño de las partes nobles es fundamental, al menos, para explicar la historia evolutiva de nuestra especie.

Un mono aúllador en el Parque Nacional de Corcovado (Costa Rica). | Pablo Herreros

Un mono aúllador en el Parque Nacional de Corcovado (Costa Rica). | Pablo Herreros

Los correos spam que con más frecuencia aparecen en nuestras bandejas de entrada, son los que ofrecen tratamientos y aparatos varios para alargar el pene. Esta amplia oferta se debe a la creencia de que el tamaño de los genitales influye directamente en la satisfacción sexual de la mujeres. Para pena de los más incrédulos, los científicos han descubierto que el tamaño de las partes nobles es fundamental, al menos, para explicar la historia evolutiva de nuestra especie.

Pero vayamos por 'partes'. Algunos ya habrán caído en la cuenta en el hecho de que el tamaño de los testículos que tenemos los humanos, en proporción al cuerpo, es pequeño. Cualquier comparación con nuestros parientes más cercanos, los chimpancés o los bonobos, es humillante. Hasta el propio Nacho Vidal o Rocco Sifredi se avergonzarían.

En varias sociedades de primates, las hembras copulan con más de un macho durante el corto periodo en que están sexualmente receptivas. Debido a que es posible que el esperma permanezca activo hasta cuatro días, los espermatozoides de diferentes individuos deben 'luchar' para poder fertilizar el óvulo. En estos casos, los machos que eyaculen mayor cantidad de esperma, tendrán mayores probabilidades de conseguirlo.

Cuando observemos a un mamífero con los testículos muy grandes, casi siempre es debido a la necesidad de albergar una mayor cantidad de espermatozoides en su interior que venzan en la carrera hacia el óvulo a los espermatozoides rivales. A este fenómeno lo denominamos competición espermática. Dado el pequeño tamaño de los testículos humanos, lo más probable es que no se haya producido este tipo de competición en los últimos millones de años de nuestra evolución.

La virtud del punto medio

Otras especies salen peor paradas que la nuestra en cuanto a tamaños se refiere. Los gorilas, por ejemplo, al competir por las hembras mediante la fuerza física y monopolizar un harem al completo, tienen unos genitales más pequeños que los nuestros, a pesar de su enorme cuerpo. Por esta razón, los machos favorecidos han sido los más corpulentos y no los que poseían mayor cantidad de esperma. Para los gorilas es cierto que el tamaño de los genitales no cuenta.

Pero el verdadero misterio de la humanidad reside en el pene. El miembro del 'Homo Sapiens' sí es más largo en comparación con el que tienen otros grandes simios. Una de las explicaciones posibles es que su forma y tamaño son perfectas para retirar el semen de otros machos tras eyacular. Se trataría de una adaptación anatómica para una época en la que las hembras copulaban con varios hombres con pocas horas o días de diferencia.

En unas pruebas con modelos de plástico, se comprobó que el pene humano era capaz de retirar el 92% del falso esperma tras eyacular en una copulación. Esto explicaría también el por qué de la existencia de un prominente anillo grande y flexible en la base del glande: otra de las características anatómicas que nos distingue de los primates.

Por muchas pruebas que poseamos para explicar la causa del tamaño y forma de nuestros genitales, el debate continuará porque siguen sin dar respuesta a una duda existencial para todos los varones: ¿las mujeres los prefieren grandes? Los resultados científicos al respecto son contradictorios. En un estudio con mujeres australianas, los resultados demostraron que éstas preferían los más largos. Pero otros estudios más recientes en Estados Unidos concluyeron que cuando los penes sobrepasan unas determinadas dimensiones, dejan de ser atractivos para las mujeres. Puede que una vez más, y como en tantos otros asuntos de la vida, la virtud está en el punto medio.

Fuente: elmundo.es

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