Claudio Marchisio había adelantado a la Azzurra, pero dos minutos más tarde lo empató Daniel Sturridge. Balotelli, tras un gran centro de Candreva, marcó la diferencia en el resultado. Pirlo fue el mejor de la cancha.
Italia le ganó dos a uno a Inglaterra en un gran partido que tuvo dinámica, buen juego, situaciones de gol, intensidad. Un encuentro digno de tamaños rivales y el de la mayor paridad en lo que va del torneo.
El primer tiempo fue para el aplauso. Dos equipos, dos estrategias, un mismo resultado. Arrancó mejor Inglaterra, más punzante, más incisivo. Desbordando por los laterales, buscando desde la habilidad de Sterling, desde la movilidad de Rooney, con la insistencia de Sturridge.
Italia, replegado sobre sí mismo medía los movimientos británicos. Lejos de ser un esquema defensivo, pese a la soledad de Ballotelli adelante. Porque Pirlo se encargaba de llenar los espacios, porque Candreva y Marchisio eran soportes del fútbol que aportaba el capitán azurro.
Una demostración de lo que es el trabajo de campo que elabora un técnico puso a los peninsulares arriba en el marcador. Un reflejo de lo que es el juego veloz, preciso y eficiente, trajo el empate inglés. Reparto de alegrías y tristezas entre los jugadores, pero todo un regalo para los ojos de los que presenciaban el espectáculo.
Y así, como el segundo período marcó una continuidad en el nivel de juego y también profundizó las estrategias y los esquemas. Sobre todo después de que Balotelli pusiera adelante a los azurros en el marcador, tras un excelente desborde de Cantreva. Inglaterra proponía el vérigo. Italia metía el juego en el freezer. No obstante las chances de llegar al gol estuvieron repartidas. Tal vez un poco más inclinadas hacia los británicos que buscaron de todas formas y hasta el final un empate que no llegó.