El equipo de Scolari mostró su mejor versión en el primer tiempo, pero tuvo que resistir en el complemento. Thiago Silva y David Luiz firmaron el 2-1 que los pone en semifinales. Descontó James, el goleador del Mundial.
Ganó Brasil y es semifinalista después de haber quedado en el camino en cuartos en los dos últimos mundiales. Pero ganó mostrando apenas destellos de su fútbol, de aquel "jogo bonito". Terminó el partido ante Colombia metido en su arco, jugando con seis defensores, haciendo tiempo. Brasil tuvo garra, entrega, corazón, pero sigue en deuda.
Bajo la premisa de que no hay mejor defensa que un buen ataque, Brasil salió desde el vamos a buscar su historia, ante su gente, a saldar deudas. Y no fue muy claro pero si insistente, y por esa insistencia llegó el córner, Sánchez que se durmió y Thiago Silva encendió la ilusión.
Estaba incómoda Colombia, Brasil presionaba arriba y no dejaba progresar al buen medio cafetero. Entonces James Rodríguez no encontraba los espacios y el fondo local no tenía problemas para conjurar cualquier peligro. Solo un remate de Cuadrado paró por segundos los corazones de Scolari y compañía. Brasil siguió buscando el área de un cada vez más protagonista Ospina. Se arrimaba al segundo, pero se exponía demasiado a la contra colombiana. Jugando al límite.
En el comienzo del segundo tiempo no variaron demasiado las cosas. Brasil lo jugaba con el alma, Colombia no encontraba el camino, no aparecía su fútbol, el rival lo ahogaba, lo asfixiaba en la gestación.
Cuando Brasil se iba quedando sin piernas y Colombia empezaba a querer animarse, llegó el zapatazo de David Luiz para poner una distancia de dos goles que parecía indescontable. Pero el equipo de Scolari hizo lo insólito. Ganando dos a cero y faltando más de 25 minutos empezó a pegarle de punta y para cualquier lado, como dando por concluido el pleito. Y apareció el penal que James Rodríguez transformó en descuento y a partir de allí todo fue sufrimiento ante un estadio enmudecido. Fue con todo Colombia a buscar el alargue. No lo consiguió pero desnudó todas las falencias brasileras.
Un párrafo aparte para el árbitro español Carlos Velasco Carballo. Si bien no incidió en el resultado en forma directa, fue excesivamente permisivo, sobre todo con Brasil. No amonestó cuando tenía que hacerlo y sancionó muchísimas veces de manera equivocada.