La séptima jornada del juicio a los rugbiers fue dedicada a la parte técnica, con peritos e investigadores judiciales como testigos.
María Eugenia Cariac, además de ser integrante de la policía científica de la Policía de Buenos Aires desde hace 16 años, es licenciada en Criminalística. Actualmente, está a cargo de la policía científica de Villa Gesell. Participó de la pericia scopométrica, a la que definió como un “estudio comparativo” entre las improntas detectadas en la autopsia de la víctima y cuatro zapatillas secuestradas en el allanamiento.
Cariac sostuvo que, de los cuatro pares analizados, halló correspondencia con uno solo: “La zapatilla de marca Cyclone que tenía un diseño ‘zigzag’”. Así, sin decirlo porque no dio nombres durante su exposición, confirmó que la impronta era del calzado que pertenece a Máximo Thomsen.
Expuso, también, muchas imágenes de la víctima en las que se veían los rastros del calzado, sobre todo en el maxilar inferior, en la región izquierda y la región lateral izquierda del cuello. Lo que no pudo determinar fue si las dos improntas eran del mismo golpe o de dos diferentes: “Son dos lesiones en regiones anatómicas distintas, con dos patrones distintos, un diseño es más chico y el otro es más grande”, agregó.
La perito Haydeé Almirón también participó de la pericia scopométrica y fue contundente sobre lo que había explicado su colega Maria Eugenia Cariac previamente. Que la improta de la zapatilla en la cara de la víctima se correspondía con un solo par de los analizados, el de marca Cyclone. Ese pertenecía a Máximo Thomsen.
Integrante de la policía científica que participó de la pericia scopométrica, la especialista detalló su trabajo ante los jueces. “Fue posible establecer que todos los calzados presentaban características que los individualizaban. Había diferentes modelos y diferentes talles. Tomamos las vistas, las impresiones de la suela de cada uno de ellos y pudimos determinar qué diseño y qué moldura tenía cada uno. Los 14 pares resultaron ser diferentes en marca, suela y diseño. Todos con desgaste en su suela”, comenzó Almirón mientras exhibía un power point con las imágenes.
De acuerdo con la reconstrucción de la pericia que hizo Almirón, “se indagaron los rastros que presentaba la víctima en cuello y en el mentón (maxilar inferior izquierdo)”. Sobre esto último, la perito dijo que “era un rastro con identidad suficiente apto para cotejo”, ya que presentaba 12 líneas en zigzag y líneas curvadas debajo. Y siguió: “Estas características le daban identidad al calzado. Luego, contrastamos con el resto, buscamos un zigzag y pudimos obtener un único candidato: una zapatilla marca Cyclone, que corresponde al pie derecho. Las marcas estaban en este calzado y no en otro”.
"No son humanos"
Tras el final de la séptima audiencia, los padres de Fernando Báez Sosa hablaron con la prensa afuera de los Tribunales de Dolores. Primero, Graciela leyó un comunicado en el que anunciaron que el 18 de enero harán una oración intereligiosa en esa ciudad y, en ese marco, realizarán una colecta de alimentos y útiles para ser donados.
Luego, la mujer se refirió a los acusados. “Es muy fuerte escuchar como se iban a festejar... Cómo tenían ganas de comer algo...”. Y sostuvo que durante las audiencias, a los imputados, les mira “las manos y las piernas porque con eso terminaron con la vida de mi hijo”. Agregó: “No son humanos”.
“Sabían lo que hacían. Fue duro escuchar los audios (en referencia a los que se escucharon en la sala hoy), nunca lo habíamos hecho. Los únicos que no sabíamos que Fernando estaba muerto éramos nosotros, ellos ya lo sabían. Lo estaban disfrutando. Esto demuestra lo que son estas personas”, dijo Graciela.
Se conocieron más detalles de los mensajes que se enviaron los acusados aquella madrugada de enero en la que mataron a Fernando Báez Sosa. La declaración estuvo a cargo de Pablo Laborde, secretario del Ministerio Público Fiscal