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La historia de Valentina González y Juan Pablo Accursi, originarios de Paraná y Rosario respectivamente, está marcada por el coraje y la esperanza que han sostenido a su pequeño Lorenzo, quien a sus escasos meses de vida enfrenta una compleja cardiopatía congénita.
Lorenzo, cariñosamente conocido como Lolo, fue diagnosticado con una cardiopatía congénita compleja mientras aún se encontraba en el vientre de su madre, a los 5 meses de embarazo. Esta difícil situación requería la atención de un centro médico de alta complejidad, y por ello, Lolo nació en la Capital Federal.
Apenas cuatro días después de su nacimiento, Lolo se sometió a su primera cirugía a corazón abierto, conocida como la operación de Norwood-Sano. Sin embargo, la lucha del pequeño continuaba, ya que a los tres meses, en un cateterismo de control, sufrió una descompensación que lo llevó a otra cirugía de emergencia, esta vez para reemplazar un conducto Sano obstruido.
Tras esta segunda cirugía, Lolo quedó vulnerable a las arritmias cardíacas, lo que lo llevó a numerosas hospitalizaciones. A los 9 meses, se le colocó un marcapasos y se realizó el segundo estadio de las cirugías programadas, conocida como la cirugía de Glenn.
En junio de este año, durante un control cardíaco en Buenos Aires, se descubrió que Lolo sufría de una insuficiencia cardíaca severa e irreversible que empeoraba día a día. Ante esta situación, la única opción para que Lolo continuara viviendo era un trasplante cardíaco.
Para que Lolo pueda ingresar en la lista de espera en emergencia nacional, la familia tuvo que tomar una decisión difícil: mudarse a Buenos Aires, el único lugar en el país donde se realizan trasplantes cardíacos pediátricos. El 1 de agosto de 2023, Valentina, Juan Pablo, y su hermanita de 3 años se mudaron a la capital, con la esperanza de que un corazón donante llegara a tiempo para salvar la vida de Lolo.
El 9 de agosto de 2023, a las 15:26, Lorenzo ingresó en la lista de espera en emergencia nacional, categoría A, y a pesar de casi un mes de espera, el corazón que necesita aún no ha llegado. La angustia y la ansiedad de la familia son palpables, pero mantienen la esperanza de que pronto llegue ese ángel donante que le permita a Lolo tener una nueva oportunidad de vida.
La historia de Lolo es un recordatorio de la importancia de la donación de órganos y de cómo un acto de generosidad puede ofrecer una nueva vida a quienes más lo necesitan. La familia González-Accursi continúa su espera, con la esperanza de que un corazón llegará pronto para darle a Lolo la oportunidad de un futuro lleno de salud y alegría.
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