Allá por el 2012, Arroyo Seco conocía del desembarco de “Tierra de Sueños Boating” – un megaloteo en el sur de la ciudad que prometía ser el paraíso de muchos. Más de diez años han pasado, y aunque decenas de vecinos pudieron adquirir y construir sus casas sin ninguna escritura, el loteo fue atravesado por demandas, juicios perdidos y obras que aun no se han cumplido.
El entonces intendente Darío Gres, a principios del 2012, anunciaba con todas las pompas que la desarrolladora Aldic invertiría en un exorbitante proyecto inmobiliario. Allí los vecinos comenzaron a familiarizarse con el nombre de Alberto Di Carlo, un millonario pastor evangélico y titular de la firma. Y ahí aparecieron las primeras incongruencias ante la ordenanza local que prohibía hacer publicidad y comercializar lotes de un desarrollo que aun no contaba con todos los papeles en regla.
Es más, el propio Gres se ocupaba de dar difusión al loteo mediante la publicidad en su periódico proselitista. Sumado a que incluso dentro de las oficinas de la municipalidad había comercializadores de estos terrenos. En realidad, había venta de los mismos en diferentes lugares de la ciudad y obviamente a un costo que atrajo de decenas de interesados que pudieron acceder a su parcela sin ningún tipo de escritura.
Se anunció como un emprendimiento de 90 hectáreas entre la ruta 21 y el río Paraná, con 1.500 lotes, además de diez torres de 25 pisos y 200 departamentos cada una, un parking para 1.200 vehículos, mil amarras y otras 3 mil cunas para embarcaciones náuticas deportivas. Sumado a una escuela de fútbol, de Jorge Griffa, y de tenis, de Eduardo Schuank – estos nombres los difundió el propio funcionario radical.
Otras características prometidas del paradisíaco lugar eran un centro comercial, club house, piletas climatizadas y un hotel de cara al río Paraná. También un transporte propio al ejido urbano y paradas internas para viajar a Rosario y lo más novedoso, contaría con transporte fluvial por el Paraná para poder viajar directamente desde el barrio a Rosario diariamente.
Pero los principales problemas no tardaron en llegar. En abril de ese mismo año, el gobierno provincial clausuró los trabajos de movimiento de suelo que se realizaban sobre la barranca del río por la falta de estudios de impacto ambiental. Por entonces, el subsecretario de Gestión Ambiental, Edgardo Seguro, explicaba que en el lugar se constató la extracción de árboles autóctonos, una acción que viola la normativa vigente a nivel local y nacional, ya que el sector ribereño del loteo está dentro del área protegida por la ley de Bosques. Incluso, la caleta sobre el río Paraná anunciada no contaba con el permiso de la Subsecretaría de Vías Navegables de Nación; y el futuro espacio de amarras afectaría el monte nativo que es parte del humedal.
Pero a los siguientes meses, la firma con el apoyo del gobierno local de la misma bandera que el gobierno provincial, logró destrabar esa clausura. Se siguieron vendiendo terreno a mansalva. Y poco tiempo después, comenzaron a aparecer las demandas masivas dado que los más de cien primeros compradores exigían la posesión de sus parcelas y querían conocer cuándo comenzarían a escriturar; reclamos que incluían la demanda por las obras básicos sin ejecutarse.
Gres regresó a su casa y le dejó el problema al gobierno entrante de Nizar Esper. Por entonces luego de una reunión entre los compradores y el entonces secretario Legal y Técnico de la municipalidad, Gabriel Olive; trascendió que la empresa, con obras inconclusas, no contaría con el aval de algunos bancos para esos trabajos por tener sus cuentas inhibidas.
Eso no es todo, sino que a mediados del 2016 se conoce la demanda del ex propietario de unas 16 hectáreas dentro del loteo que le reclamaba a Di Carlo por el pago de las mismas. Era justamente el sector donde se iban a construir las torres y las camas náuticas. El titular demandaba por falta de pagos en los últimos cuatro años. O sea, Tierra de Sueños comercializaba parte de sus lotes que ni siquiera eran de su propiedad. El caso fue llevado a la Justicia, y en diciembre de 2018, esas hectáreas regresaron a sus dueños, familia Pellegrini, y Aldic debió indemnizar a quienes habían comprado en ese espacio.
A mediados del 2017, decenas de compradores iniciaron una demanda por la demora en las escrituras y la falta de obras en el terreno. Por entonces, solamente se habían entregados unas cincuenta parcelas y comenzaban a construirse las primeras quince viviendas. Sumado a que unas cincuenta familias, demandaron colectivamente a la desarrolladora por publicidad engañosa. El patrocinio de estos damnificados era el ex concejal rosarino Roberto Sukerman, hoy jefe de Gabinete del Ministerio de Trabajo de la Nación.
Como si fuera poco, ese mismo año la Municipalidad de Arroyo Seco intimó la firma desarrolladora exigiendo que en un plazo de 20 días presente el plano de mensura y la donación prevista al Ejecutivo de calles y espacios verdes, todo bajo la posibilidad de aplicar multas. Además el reclamo por la obra troncal de cloacas que también prometieron iba a abastecer, además del loteo, al 50 por ciento de la ciudad.
Pasaron los años, y todavía hay promesas que siguen siendo solo una utopía. De la última inspección municipal realizada semanas atrás, se determinó falta el cordón cuneta en gran parte del loteo, problemas de alumbrado público, estabilizado y escoriado de calles, y adoquinado dañado en parte de la avenida central. Tampoco hubo un sondeo, estudio y prueba hidráulica de la red de agua potable. No hay gas natural ni desagüe cloacal. Y lo más importante, la firma no cumplió aun con la ordenanza de Reserva Fiscal – en la que todo desarrollador debe donar al Municipio un diez por ciento del terreno (o su valor) para la construcción, por ejemplo, de loteos sociales.
Conocedores del lugar indicaron que actualmente hay unas 114 casas terminadas o en proceso, en uso continuo para vivienda o recreación. Otras 20 en construcción con distintos grados de avance. Y otros 14 lotes con pilares evidenciando su uso de posesión para una futura construcción; haciendo en total una ocupación de 148 lotes aproximadamente.
Diez años cumplió el megaloteo en nuestra ciudad; con ello decenas de familias que todavía no saben cuándo podrán escriturar su terreno. Mientras tanto, un pastor que sigue facturando dado que se siguen vendiendo terrenos, y un Poder Ejecutivo algo débil a la hora de exigir a la desarrolladora por el cumplimiento de las ordenanzas vigentes. Allá lejos quedó la vieja maqueta de un edén en nuestra región para ser un barrio en un loteo de los tantos irregulares que tenemos entre nosotros. Ni hablar de los cientos de robos que sufrieron las familias del lugar. En fin, ¿cumplirá un día la empresa con todo lo prometido? – por ahora habrá que seguir soñando.
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