Un estudio indica las razones por las cuales los endulzantes artificiales pueden causar el efecto contrario al esperado.
El doctor estadounidense Mark Hyman es una autoridad reconocida a nivel mundial en el campo de la medicina funcional, y es autor de un blog en el periódico online Huffington Post. Allí, Hyman explicó que los endulzantes artificiales pueden producir un efecto exactamente contrario al deseado: engordar a sus consumidores.
¿Cómo? Los edulcorantes son cientos de veces más dulces que el azúcar regular, por lo que el hábito de consumirlos activa -a nivel genético- una preferencia por el sabor dulce más que por cualquier otro sabor.
Además, alteran el metabolismo: por un lado, le hacen creer a nuestro cuerpo que estamos consumiendo azúcar real, causando que produzca insulina (una hormona que es responsable del almacenamiento de grasa); y por el otro, provocan que la metabolización de sustancias se vuelva más lenta, quemando menos calorías cada día.
Por último, estos endulzantes generan más apetito y un anhelo de consumir más azúcar y carbohidratos con almidón, como el pan y la pasta. Todo un peligro para la figura.
Es tendencia entre mujeres de clase media y con educación superior. Sus partidarios aseguran que es más saludable para los niños, pero los críticos lo ven como otra forma.
Un nuevo estudio acarrea conclusiones que preocupan: el humo de segunda mano puede afectar al bebé de una futura mamá incluso antes de que ella quedara embarazada.
El estudio fue realizado en 15 países de Europa y América y asegura que el mismo porcentaje de mujeres no dejaría a sus parejas en esa situación. El sondeo determinó, además, que cerca de un 40% de los hombres nunca tuvo una relación con una persona con exceso de peso.