La vecina fue porque la amenazaron y le rompieron el auto y terminó demorada siete horas. Hizo la denuncia en fiscalía y en asuntos internos de la policía.
Los golpes fueron constatados en el hospital local y por un perito de asuntos internos de la policía provincial.
Paola P. denunció que fue golpeada y ultrajada dentro de la Comisaría 6ª de Roldán y que la mantuvieron incomunicada por siete horas. La mujer que sufre ataques de pánico mostró fotos y videos donde se pueden ver moretones en su cuerpo. Las denuncias las hizo en el Centro Territorial de Denuncia del MPA Roldán en la Delegación Zona Sur de Asuntos Internos Policiales de Rosario.
Según relató a La Capital, el pasado 29 de marzo a las 13 horas fue a hacer una denuncia a la sede policial contra unas mujeres con quién previamente había discutido. Paola explicó que confrontó con esas personas porque hace tiempo montaron carritos de comida sobre la banquina de la ruta 9, a metros de su casa.
Y que esas estructuras, sumadas a una chatarrería, impiden la visibilidad para acceder a la ruta. Al acercarse a las puesteras, “me que la amenazaron con un cuchillo y un palo y me arrojaron piedras rompiendo el parabrisas y cachando un vidrio lateral de mi camioneta”.
Decidió retirarse del lugar, asustada por la reacción de las mujeres y algunas otras personas que salieron en su contra, hizo marcha atrás y derribó parte de la precaria estructura de la parrilla “accidentalmente”. Fue directo a la comisaría a hacer la denuncia y poco después llegó una de las propietarias del carrito comenzando una discusión.
“En ese momento apareció el jefe de la dependencia y ordenó que ambas quedemos detenidas. Pude enviarle a mi madre un mensaje antes de que me retiraran el celular y mis pertenencias. Una hora después, la otra mujer fue liberada pero a mi me seguían reteniendo”, detalló.
Al insistir para que la liberen, contó que se le acercaron dos mujeres y tres hombres policías, uno de ellos fue el propio comisario y tras gritarle la redujeron. Una de las mujeres me golpeó la cabeza contra el piso, el jefe de la dependencia me tomó de los tobillos y los otros me arrancaron parte de la ropa y me manosearon”.
“Luego me ingresaron a un calabozo oscuro esposada”, continuó angustiada con su relato. Paola que tiene 41 años y dos hijos menores, es enfermera y estudiante de abogacía. Desde hace cinco años está en tratamiento y con licencia médica por sufrir ataques de pánico, tras haber sido atacada por personas que estaban en la guardia del Heca donde trabajaba.
Angela, su madre, se lamentó porque estaban por darle el alta “pero con esta situación vivida volvió a decaer” y agregó que si ella no iba a la comisaría “Paola hoy estaba muerta”. La mujer relató que cuando ingresó a la dependencia policial, sintió unos alaridos “que parecían los de un animal” y al preguntar que eran esos ruidos, le dijeron que era su hija y que estaba incomunicada por orden del fiscal de flagrancia en turno.
La madre le explicó que Paola necesitaba tomar su medicación y que la dejaran ir ya que uno de sus hijos estaba con mucha fiebre, “el comisario me respondió que se muera y que no era asunto de él que el nene estuviera enfermo”.
“Le pedí que llamaran a un médico y como se negaban, me fui hasta el hospital que está cruzando la plaza. Cuando llegué me dijeron que ya habían llamado desde la comisaría y que una ambulancia del Sies había ido a asistirla”, sumó Angela.
Paola recordó que la llevaron esposada hasta el patio “me tiraron al piso para que me revisara el médico que terminó colocándome una pastilla debajo de la lengua. Luego me quitaron las esposas, y al rato me dijeron que firmaran un acta donde decía que me daban la libertad y mis pertenencias, no así el auto que quedaba secuestrado. De la billetera me faltaron 10 mil pesos y eso consta en el acta”.
Cuando le dijeron que la camioneta quedaba secuestrada, ella dijo que se iba a quedar al lado de la misma, tenía miedo que le plantaran algo. Fui a mi casa, le traje ropa porque la que tenía estaba toda rota y me volví a cuidar a sus hijos. A las 8 de mañana la relevé y ella se fue hasta la fiscalía local a hacer la denuncia y a hospital donde le emitieron un certificado por su estado y le indicaron desinflamatorios. Al otro día nos presentamos en Asuntos Internos de la policía donde un médico peritó todos los golpes que recibió y le tomaron declaración”, precisó la madre.
Mientras el auto sigue en la comisaría, así que nos movimos en colectivo para ir a hacer las denuncias. Ella sigue muy dolorida y yo llevo a mi nieto más chico a la escuela porque tememos represalias. Hablé con los directivos de ambos colegios donde van para avisarles que nadie está autorizado a retirarlos a no ser yo o mi hija”, mencionó Angela.
“No me puedo levantar de la cama, siento como si una trilladora me hubiera pasado por la espalda. Me agarraron con tanta fuerza”, resumió Paola que no dejó de llorar durante todo su relato. Por último recordó que le borraron del teléfono todos los videos que hizo de las mujeres que la atacaron pero quedaron en la nube por lo que los pudo recuperar”.
En uno de ellos se puede ver como una de las mujeres la intimidó con un palo luego de haberle arrojado piedras al auto. “Quisieron deshacerse de la verdad pero les salió mal ya que dejaron las copias”, opinó la víctima y agregó que cuando la tenían encerrada en el calabozo la provocaban para que ella reaccionaran mientras que uno de los policías filmaba; “me escupieron y me mostraban el dedo hacia arriba, yo todo el tiempo les decía que no me podían tener retenida, que conocía mis derechos, nunca los insulté”.
El comisario me llegó a decir que me iba a marcar los dedos y a sacarme foto para hacerme una causa penal. Estoy en cuarto año de Derecho y le dije que no podía hacer eso, recién a las 20 horas me dejaron ir, luego de retenerme por siete horas”, cerró la mujer que en breve será citada para una rueda de reconocimiento.
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