Estuvo casi tres horas solo y desnudo sobre una fría mesa de mármol. Cuando la funeraria lo fue a buscar, abrió los ojos y lloró. Fue en 2002 en el Samco de San Jorge. La provincia deberá afrontar una sanción económica dictada por un tribunal civil.
María Esther Merciel sostiene en brazos al pequeño Jesús Nazareno, en una imagen de archivo de 2002. Foto: La Capital
San Jorge.- El Tribunal Civil, Comercial y Laboral de San Jorge condenó a un médico de esta localidad, que tras el parto declaró sin vida a un bebé que en realidad estaba vivo y que hoy tiene 11 años de edad. El juez Tristán Regulo Martínez estableció en su fallo que "el médico Héctor Cumino actuó de modo negliente al certificar una muerte que no ocurrió y es responsable del hecho porque tiene la obligación de prestar el servicio de salud en condiciones adecuadas". La sanción, apelada por todas las parte, correría por cuenta del gobierno provincial ya que el episodio ocurrió en el Samco sanjorgense y consiste en el pago a los padres del niño la suma de 225 mil pesos, que con los intereses se elevan a más de 500 mil.
El magistrado se refiere a que el acusado, aquel 19 de febrero de 2002 cuando asistió a María Esther Merciel en el alumbramiento prematuro, no constató el estado del recién nacido y extendió el certificado de defunción con el que el papá de la criatura, José Antonio Ofteter, se dirigió a una funeraria para gestionar el sepelio del chiquito. Fue precisamente el encargado de la empresa fúnebre el que, al momento de levantar el cuerpito, se sorprendió al ver que éste abrió los ojos y comenzó a llorar, luego de estar unas tres horas desnudo y sobre una fría mesa de mármol.
Una mucama que se percató de lo sucedido corrió a poner en conocimiento al médico de guardia, Angel Bracco, quien rápidamente trasladó al bebé al hospital de niños Orlando Alassia de Santa Fe. Durante el viaje, el chiquito sufrió dos paros cardíacos que superó gracias a la asistencia del profesional, a quien la familia de Jesús Nazareno —como lo llamaron las enfermeras santafesinas— le atribuye y agradece haberle salvado la vida.
El accionar de Bracco no se agotó en la atención del pequeño sino que este mismo médico, acaso hastiado de presenciar irregularidades dentro del nosocomio sanjorgense y en especial en torno a este caso, se dirigió directamente a la policía para dejar sentado lo ocurrido, algo que generó gran malestar en las autoridades sanitarias y que al denunciante le valieron sanciones y malos tragos.
En un sumario administrativo tenido en cuenta por el juez en su fallo, se puntualizó que Cumino cometió negligencia e imprudencia. La Junta Médica Forense señaló que no se efectuó de manera correcta la constatación para determinar el estado del recién nacido y que la atención que se le brindó "no fue la adecuada", reveló tiempodejusticia.com.ar.
Prematuro. María Esther Merciel cursaba la semana 23ª de gestación cuando debió ser internada por padecer fuertes dolores abdominales. Es que dos días antes (el 17 de diciembre) había tenido un accidente en el baño de su casa: por evitar que uno de sus cuatro hijos cayera desde una pileta, resbaló y golpeó contra el suelo. "Ese golpe no fue tan fuerte como el que recibimos luego en el hospital de San Jorge", dijo la mujer a La Capital días después de lo ocurrido.
María Esther comenzó a tener pérdidas y contracciones y acudió al nosocomio, donde los profesionales que la atendieron resolvieron inducirle el parto y le adelantaron que el bebé no sobreviviría. Alrededor de dos horas después parió y alcanzó a ver que su bebé "tenía un color oscuro. El médico (por Cumino) lo recibió sin guantes porque todavía no se había preparado, y se lo entregó a la enfermera. Después le pregunté cómo estaba y me respondió: ‘Mamá tranquilizate, tu hijo está muerto. Este chiquito no tenía que venir al mundo, no era para vos. Está deformado'", recordó la mujer.
"Comencé a llorar y me descompuse. El pidió a la enfermera que me aplicara un calmante y siguió atendiéndome. En ningún momento fue a ver cómo estaba el bebé ni intentó reanimarlo. Luego me llevaron a mi habitación", relató Merciel.
Ya en su cama habló con su marido quien, con el certificado de defunción de su hijo en mano, "se fue a buscar al dueño de la empresa García Vada. Luego volvieron los dos con el cajoncito, entraron a la sala de partos y cuando Vada lo levantó, el bebé abrió los ojos y lloró", contó días después María Esther, con Jesús Nazareno en brazos.
Hoy el chico tiene 11 años, y aunque presenta buen estado de salud, le quedó una severa secuela visual —no se ha podido determinar si fue por su nacimiento prematuro o por la falta de atención al nacer— que lo obliga a recibir atención periódica en la ciudad de Santa Fe, con un tremendo esfuerzo económico de sus padres.