En Europa Ford creó un traje que ayuda a simular los efectos sufridos al tomarse una copa de más.
La gran mayoría de los accidentes de tránsito ocurren debido a fallas humanas, sobre todo en ámbitos en los que los caminos son impecables y están construidos pensando justamente en la seguridad. Ese es el caso, por ejemplo, de Europa, donde por lo tanto la mayor preocupación está centrada en lo que pueda ocurrir con el estado de los conductores, sobre todo los más jóvenes, según se pudo identificar en aquel continente.
Una encuesta patrocinada por Ford entre 5.000 personas de entre 18 y 24 años de edad entregó resultados que encienden la luz de alerta en el Viejo Continente. Más de la mitad de ellos respondió que alguna vez condujo habiendo bebido alcohol o vio a algún amigo hacerlo. El porcentaje de quienes indicaron haberse sentado al volante de un auto en esa condición fue de exactamente 32%, al tiempo que un 66% manifestó no conocer los límites de alcohol en sangre tolerados por las legislaciones de sus respectivos países.
El problema central dentro de esta población joven es que muchas veces estos individuos creen que igualmente pueden conducir de manera segura aún habiéndose tomado alguna copa de más. Así lo indicó el 26% de los encuestados que se manifestaron de ese modo. Para cambiar esta tendencia, no hay otra cosa que la educación, algo de lo que tomó nota la marca del óvalo.
Ford implementó en Europa el programa "Habilidades conductivas por la vida" (Ford Driving Skills for Life), que ya hasta recibió premios por sus resultados. En ese ámbito es que introdujo una invención ingeniosa que permite simular las condiciones físicas que experimenta una persona bajo la influencia del alcohol. Se trata de un traje especial que entorpece los sentidos de la persona al punto que se le hace difícil hasta la cotidiana y simple acción de caminar.
El mecanismo, denominado "Traje de conducción ebrio" (Drink Driving Suit), dificulta la visibilidad, la coordinación y el balance. Primeramente, consta de unos anteojos de visión de túnel, algo similar a los que les ponen a los caballos a los costados de sus ojos para que puedan ver sólo hacia adelante. Pero también este elemento recrea visiones "fantasma", de modo de distraer la atención. La persona también lleva auriculares, para dificultar su audición y retardar así sus reacciones ante un imprevisto. Unas pesas son colocadas en muñeca y tobillo opuestos (una a la derecha y otra a la izquierda), de modo de afectar el balance. Finalmente, unas almohadillas en codos, cuello y rodillas tienden a restringir el movimiento de los miembros.
Con todo eso encima, la persona no puede siquiera caminar en línea recta, lo que traza un paralelismo con la típica prueba rápida que la policía le pudiera hacer a un conductor para detectar de manera simple un potencial estado de ebriedad.
Quienes utilizan este traje se sorprenden al comprobar qué tan expuestos quedan al conducir un automóvil en esas condiciones. Con esta iniciativa (en este mismo sentido de recrear situaciones humanas específicas, Ford también desarrolló un traje de la tercera edad y otro de embarazada), la idea de la automotriz es crear conciencia entre los individuos de las generaciones que estarán al volante en las próximas décadas. El objetivo es que, dentro de unos años, en Europa deje de afirmarse que en una de cada cuatro muertes ocurridas en accidentes de tránsito el alcohol es factor determinante.
La citada encuesta fue realizada entre 5.000 jóvenes provenientes de España, Francia, Italia, Alemania y el Reino Unido. Quienes tuvieron la oportunidad de conocer tales países saben cómo son sus caminos y autopistas. Por el buen estado de las vías de tránsito es que en Europa piensan en el factor humano para reducir la tasa de accidentes, que ya es inferior al que tenemos por ejemplo en la Argentina. En promedio, aquí alrededor de 20 personas fallece en un incidente vial. Es que al factor humano se le suma el estado de los caminos y también del parque automotor, que si bien viene rejuveneciendo en los últimos años, aún está lejos de los estándares aceptables.
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