“La trascendencia de su hallazgo radica en que las explosiones de supernovas son impredecibles. Esta es la primera vez en que la detección se realiza prácticamente en el instante del evento, por lo tanto la información que se pudo obtener es única y difícilmente se repetirá en mucho tiempo”, destacaron desde el Conicet.
Víctor Buso es cerrajero pero desde chico su pasión son las estrellas, desde que era chico e iba a la escuela al Cristo Rey donde construyó el observatorio. Es el primer hombre en la historia en ver nacer y registrar una supernova, un fenómeno impredecible. Su nombre figura ahora en una publicación en la revista especializada Nature del que participan también los astrónomos profesionales Melina Bersten, Gastón Folatelli, Federico García, Omar Benvenuto, y Mariana Orellana.
“Se han descubierto varios cientos de supernovas pero nadie el momento de la explosión”, llamó la atención el propio Buso en contacto con los periodistas Ciro Seisas y Hernán Funes del programa A Diario (Radio 2).
Según publicó La Nación, el registro ocurrió totalmente por azar. El 20 de septiembre de 2016, a la medianoche, Buso subió a la terraza de su casa, a metros del Hospital Italiano, para probar una nueva cámara que había comprado para adosar a su telescopio de 40 centímetros.
Después de tomar varias imágenes, notó que en una de ellas aparecía algo que en las anteriores no: un puntito. Su mirada avezada le sugería que tenía que seguir registrando ese punto del cielo y así lo hizo. En cada nueva captura el punto cobraba más brillo. Así pudo apreciar no solo que el misterioso punto permanecía en el mismo lugar, sino también que se veía cada vez más brillante. Estaba ante el nacimiento de una supernova.
Foto: Captura digital
Inmediatamente dio aviso del descubrimiento. Enterados de la detección, Melina Bersten y Gastón Folatelli, del Instituto de Astrofísica de La Plata (IALP, dependiente del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata), Federico García, del Instituto Argentino de Radioastronomía (también del Conicet), Omar Benvenuto (del IALP) y en Bariloche, Mariana Orellana, de la Universidad Nacional de Río Negro, del Conicet, se pusieron a estudiarla en detalle. También colaboraron colegas de Japón y Estados Unidos. Todo concluyó en una investigación publicada en parte en la revista Nature este miércoles, con una foto de la sonrisa de Buso.
‘El descubrimiento de Víctor Buso, junto con José Luis Sánchez, ya entró en la historia de la astronomía mundial y puso a Rosario y a la Argentina en el centro de la atención de todos los astrónomos que estudian estos cataclismos. La trascendencia de su hallazgo radica en que las explosiones de supernovas son impredecibles; hay mucha gente dedicada a patrullar el cielo buscándolas y, cuando las encuentran, ya ha transcurrido algún tiempo desde la explosión. Esta es la primera vez en que la detección se realiza prácticamente en el instante del evento, por lo tanto la información que se pudo obtener es única y difícilmente se repetirá en mucho tiempo”, destacó Estela Reynoso, investigadora del Conicet en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio, consultada por La Nación.
En promedio, cada galaxia alberga una supernova por siglo. Durante la hora en que se produjo la explosión, como un siglo tiene unas 876 mil horas, las chances de estar observando justo el nacimiento son de una en 876 mil; además de otros factores que reducen la probabilidad de hacer semejante descubrimiento por casualidad. Buso se ganó la lotería cósmica.
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