Psiquiatras estadounidenses han reformulado su manual de diagnóstico. En esa categoría también han incluido los berrinches persistentes de los niños.
Los psiquiatras estadounidenses han actualizado su manual de diagnóstico. Ahora se reconocerá como enfermedades mentales a los berrinches persistentes de los niños, la adicción a la comida y el acaparamiento compulsivo. Pero no se incluye la adicción a las relaciones sexuales. Y ya no se hablará de síndrome de Asperger, porque los síntomas de esta enfermedad serán incluidos dentro del trastorno del espectro autista.
Esta es la primera revisión que se hace en el llamado Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DMS), Manual de Diagnósticos y Estadísticas de Enfermedades Mentales, desde hace casi 20 años y resulta de suma importancia porque la publicación, redactada por la American Psychiatric Association (APA), Asociación Psiquiátrica Estadounidense, es uno de los manuales de referencia más influyentes para los psiquiatras de todo el mundo.
La guía de diagnosis "define qué constelación de síntomas" reconocen los médicos como enfermedades mentales, dijo Mark Olfson, un profesor de psiquiatría de la Universidad de Columbia. Y algo más importante, señaló, "perfila quién recibirá qué tratamiento. Incluso cambios aparentemente sutiles al criterio pueden tener efectos sustanciales sobre los patrones de atención", agregó.
Olfson no estuvo involucrado en el proceso de revisión. Los cambios fueron dados a conocer ayer tras ser aprobados el sábado último en el suburbio de Washington por la mesa directiva de la asociación psiquiátrica.
La intención no es ampliar el número de personas diagnosticadas con enfermedades mentales, sino asegurar que niños y adultos afectados sean diagnosticados más acertadamente para que puedan recibir el tratamiento más adecuado, dijo David Kupfer. El presidió el grupo encargado de revisar el manual y es un profesor de psiquiatría de la Universidad de Pittsburgh.
El DMS es de uso general en todo el mundo, tal como precisó Eduardo Grande, psiquiatra y ex presidente de la Asociación Argentina de Salud Mental, a la BBC. "Y aunque desde su comienzo ha tenido críticas respecto a la forma como encuadra los diagnósticos, nos sirve a todos los psiquiatras para tener un lenguaje común sobre las enfermedades mentales", subrayó.
Esta quinta edición del DSM, que será publicada en mayo venidero, se presentará ahora en 20 capítulos que según la APA estarán reestructurados basándose en una relación aparente entre los síntomas de las enfermedades.
Entre los cambios más importantes que presentará el DSM-5 está una nueva definición de lo que ahora será llamado trastorno del espectro autista. Ahora ya no se hablará de autismo, ni síndrome de Asperger, trastorno generalizado del desarrollo o trastorno desintegrativo de la infancia.
Todos estos términos quedarán incluidos dentro del diagnóstico de trastorno del espectro autista "para ayudar de forma más precisa y consistente a diagnosticar a niños con autismo", sostiene la APA.
Otros cambios importantes en el nuevo manual es que ahora, por primera vez, los psiquiatras reconocen la adicción a la comida como una enfermedad mental real, así como el acaparamiento compulsivo de objetos. Este diagnóstico, afirman los psiquiatras, "ayudará a caracterizar a la gente con una dificultad persistente de deshacerse o separarse de posesiones, sin importar su valor real".
Esa conducta, a menudo, tiene efectos perjudiciales, tanto emocionales como físicos, sociales, financieros e incluso legales, para el acaparador y los miembros de su familia, precisaron.
Y también se incluye el llamado Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Animo con el cual se diagnosticará a niños que exhiben episodios frecuentes de irritabilidad y arrebatos de conducta durante tres o más veces a la semana durante más de un año. Esta definición ha causado amplia controversia porque, se dice, podría conducir al diagnóstico y medicación de los berrinches de los chicos.
Pero la APA afirma que con este nuevo término se espera combatir el potencial error de diagnosticar a los niños con trastorno bipolar y tratarlos innecesariamente con medicamentos muy fuertes.
La adicción a jugar en internet quedó incluida dentro de la categoría de trastornos que necesitan ser más investigados y, como tal, no es reconocida todavía como enfermedad mental.
Asimismo, el DSM-5 excluye la definición de duelo como trastorno depresivo cuando éste dura menos de dos meses después de la muerte de un ser querido. Pero incluye varias notas en las que reconoce que "el duelo es un factor de estrés psicológico severo que puede precipitar un episodio depresivo grave poco después de la muerte de un ser querido".
Y a pesar de que muchos habían pedido definir el "trastorno hipersexual", o adicción al sexo, como una enfermedad mental, el último DSM decidió excluirlo.
Para el psiquiatra Eduardo Grande, estos cambios en el manual de diagnóstico mental son importantes porque afectarán el diagnóstico, tratamiento y cobertura médica de millones de niños y adultos en todo el mundo. Pero aclaró que "los psiquiatras no tenemos que aferrarnos al DSM, porque pueden aparecer otras sintomatologías que no encuadran dentro de los diagnósticos del manual".
"Así que es necesario que, como profesionales, cada psiquiatra esté consciente del paciente que trata y de saber si realmente se le puede encuadrar la enfermedad a ese paciente y no seguir sólo lo que dice el manual". "Como lenguaje común es válido pero creo que es una publicación mucho más útil para el profesional que comienza que para el que ya está formado", concluyó el psiquiatra argentino.
La adicción es una enfermedad física y psicoemocional, según la Organización Mundial de la Salud. En el sentido tradicional es una dependencia hacia una sustancia, actividad o relación (codependencia). Está conformada por los deseos que consumen los pensamientos y comportamientos (síndrome de abstinencia) del adicto.
A diferencia de los hábitos consumistas, las adicciones son dependencias que traen consigo graves consecuencias en la vida real que afectan negativamente la salud física y mental, mientras que los hábitos consumistas facilitan el efecto contrario.
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