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La pasión, clave (y ventaja) de las mujeres emprendedoras

Es la materia prima fundamental para todo emprendedor y es un “estado” al que las mujeres suelen llegar con más facilidad, porque su conexión con lo emocional es mucho más madura que en el caso de los hombres. Aquí, tres historias de mujeres que son exponentes de esta característica en diferentes áreas

Margarita Barrientos, fundadora del comedor Los Piletones, Patricia Fraccione, dueña de la marca de ropa Cheeky, e Inés Bertón, creadora de la marca de té Tealosophy.

Margarita Barrientos, fundadora del comedor Los Piletones, Patricia Fraccione, dueña de la marca de ropa Cheeky, e Inés Bertón, creadora de la marca de té Tealosophy.

Me preguntaron infinidad de veces si existen diferencias entre los emprendimientos que llevan adelante los hombres y los que lideran las mujeres. Mi repuesta suele ser directa: no. La realidad es que siento un cierto rechazo por las generalizaciones, ya que las considero siempre inexactas. Sin embargo, debo admitir que esa postura a veces me imposibilitó ver algunos matices.

Hace pocos días un periodista me volvió a preguntar sobre esa diferencia, pero esta vez mencionando en su formulación algunos ejemplos específicos. En ese momento dudé. Mi respuesta iba a ser la de siempre pero en el último instante cambié: “Sí, hay una diferencia. Cuando las emprendedoras mujeres aman lo que hacen, lo hacen mucho más profundamente.”

La pasión -materia prima fundamental para todo emprendedor- es un “estado” al que las mujeres suelen llegar con más facilidad porque su conexión con lo emocional es mucho más madura y libre que en el caso de los hombres. Tienen menos barreras para explorarse y eso las potencia enormemente.

En nuestro país existen infinidad de mujeres que podrían ser perfectos exponentes de esto que estoy diciendo, pero hay tres emprendedoras -a las que admiro- que lo encarnan particularmente bien.

La primera de ellas es una emprendedora social, tal vez sea “la” emprendedora social. Estoy hablando de Margarita Barrientos. Una mujer que se crió en la pobreza del campo santiagueño y que tuvo una infancia muy dura privada de sus padres. Que formó una familia numerosa -tiene 12 hijos- y que, a pesar de no sobrarle absolutamente nada, decidió emprender porque se conectó emocionalmente con una realidad que no soportaba: los chicos de su barrio con hambre.

Con la certeza de que “Un plato de comida no se le niega a nadie”, ella y su esposo Isidoro comenzaron a invitar a esos chicos a comer a su casa. Ese fue el primer paso de una historia que hoy es conocida por todos: un comedor en donde más de 1.500 personas pasan por un plato de comida todos los días... Y una mujer que lucha con uñas y dientes para que así sea.

Pero no sólo hay emprendedoras sociales apasionadas. También las hay, y muchas, en el mundo de los negocios. Una de las emprendedoras más intensas en este sentido es Patricia Fraccione, fundadora de Cheeky, una compañía de indumentaria infantil con locales en toda Latinoamérica. Pero todo empezó hace más de 20 años cuando compraba ropa para sus hijos. En ese momento se dio cuenta que no era fácil vestirlos con ropa divertida y diferente, que no había variedad. Esa situación de mercado, sumado a que ella amaba el diseño y tenía conocimiento del mercado textil por haber sido modelo, generaron una combinación poderosa.

El camino fue largo y tendría que dedicarle un artículo entero para contarlo, pero de aquel momento inicial de conexión con sus pasiones nació una empresa impulsada a puro corazón que hoy tiene más de 160 puntos de ventas entre Argentina y el resto de América Latina y que es referencia absoluta en el rubro. Todo comenzando desde el garage de su casa y luego hipotecándola para invertir en su sueño.

Otro caso de una emprendedora en la que se ve el resultado de la pasión profunda es Inés Bertón. Una mujer que cuando era chica tenía constantes dolores de cabeza hasta que un médico le dijo que era porque tenía algo llamado “olfato absoluto”, o sea, una condición que hacía que su sentido del olfato sea extraordinario. Una situación que ella supo aprovechar. Se especializó en entrenar su don y dedicarse a lo que la apasionaba, claramente, los aromas. Así creó su propia marca de té: Tealosophy. Un proyecto que comenzó con tan sólo unos dólares de inversión y que hoy exporta a más de 20 países y que ha realizado tés hasta para los reyes de España.

La pasión es, sin dudas, lo que mueve al mundo. Es lo que permite que personas ordinarias hagan cosas extraordinarias. Encontrar una pasión y llevarla adelante es una forma de encontrase con lo que uno siente. Hacerlo tan profundamente como lo hacen las mujeres es una gran fortaleza, posiblemente, la mayor que pueda existir para emprender.

Fuente: Entremujeres

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