Entre las mujeres parece existir un factor casi natural vinculado a la competencia que hace más pesada las tareas cotidianas. Esta "presión interna" tiene consecuencias directas en el desarrollo de una vida plena y feliz.
Es una frase común pero que resume la sensación de las mujeres de hoy sobre su propia vida: "No tengo tiempo para relajarme". Las mujeres muchas veces se sienten agotadas, pero en vez de "parar" para descansar, eligen continuar trabajando y haciendo cosas.
En una reciente encuesta desarrollada por la revista estadounidense Women's Health, el 55% de las mujeres indicó que sienten algo de culpa luego de tomarse un tiempo para descansar. Además, el 63% confesó en el mismo sondeo que no priorizan el tiempo de respiro y casi un 40% realizan quehaceres no esenciales en sus días libres. Según plantea este estudio, relajarse es una opción bastante impopular.
"Tal vez la explicación esté encerrada en la competencia casi natural que plantea la vida cotidiana sobre todo para las mujeres", opinó la licenciada en psicología Patricia Gubbay de Hanono, del Centro Hémera.
"Hoy en día, debido al auge y al uso masivo de las redes sociales, es más fácil estar al tanto y pendiente de la vida de la gente del entorno o conocida. Es por eso que la franja entre lo público y lo privado ha sido desdibujada, declaró la especialista. Y esto "puede provocar la envidia o los celos entre las personas, al ver por ejemplo en el Facebook de un otro conocido y compararse; después de la comparación uno se siente que no sale ganando".
Sin embargo, lo que hay que reconocer es que los perfiles en las redes sociales reflejan momentos elegidos de la vida, sugirió la psicóloga. "Lo que se comunica en Facebook y Twitter, es lo que se quiere decir y mostrar". La especialista añadió que este fenómeno puede ser aplicado a las fotos que se suben, a cuántos amigos se elige tener o a qué lugares ir.
Gubbay de Hanono indicó que actualmente existe una cultura que alienta mucho la competencia, pero también puede ser el resultado de situaciones de la infancia. "La primera competencia que existe es la del hermano en casa, y allí es donde se aprende a competir", explicó.
"Lo importante es separar la competencia buena de la competencia mala. Una competencia buena ofrece una oportunidad para superarse y puede ser constructiva; pero una competencia mala sirve para generar conflictos permanentes y son tóxicos", aseveró la especialista.
Para las mujeres específicamente, Gubbay de Hanono dijo que "es común que la tendencia empiece con la competencia entre las madres y las hijas. Hay una rivalidad sobre la belleza, y el deseo de las madres a ser jóvenes otra vez. El tema de la competencia entre las mujeres siempre existió".
Vivir bajo presión
Por supuesto que vivir bajo la presión de la rivalidad tiene consecuencias, principalmente el estrés, que puede contribuir al agotamiento. También hay que diferenciar entre el estrés bueno y el malo.
El estrés bueno, explicó Gubbay de Hanono, pone a la mujer en alerta y puede ser algo beneficioso. Al contrario, el estrés malo genera cansancio y desequilibrio emocional. "Mucho estrés en el sistema nervioso desestabiliza nuestros propios recursos. El impacto puede provocar el uso de drogas, no comer bien, o no hacer actividad física".
Todo esto ocurre además, en el marco de una cultura actual que apela a estar siempre en "modo conectado". Para las personas que duermen con el celular encendido o que usan whatsApp en cualquier momento de la noche, no dejan lugar a poder bajar la presión".
Por Kimberly Alters
kalters@infobae.com
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