La adicción a personas o la codependencia es algo más común y problemático de lo que pensamos. Aparece cuando alguien permite que el comportamiento del otro lo afecte y se obsesiona por controlarlo hasta que su vida se torna ingobernable.
No es algo nuevo. De hecho, una psicóloga y una psiquiatra lo vienen estudiando desde hace 14 años: muchas personas son adictas a las personas. Inés Olivero y Mónica Picheu se metieron de lleno en el tema, crearon FUNDAPAP, una fundación para ayudar a quienes viven esta problemática, y escribieron el libro "Adicción a las personas".
¿Cómo reconocemos a alguien que sufre esta adicción?
Lo primero es discernir qué significa una adicción. Adicción es aquella conducta que se instala creando dependencia de una sustancia, conducta o persona. Al principio es algo atractivo, parece que mejora el estado de ánimo y llena un vacío. Luego, se instala el sufrimiento. Cuando estas dos emociones se alternan en una constante que va deteriorando la propia vida, podemos entender que se trata de una adicción.
¿Y cuándo estamos, particularmente, ante un caso de codependencia o adicción a las personas?
Decimos que existe cuando el comportamiento de otra persona ocupa toda nuestra atención en desmedro de los propios intereses, hasta herir la autoestima y reducir la capacidad creativa. O sea, cuando la vida se ha vuelto ingobernable.
¿Con qué frecuencia aparecen estos casos?
Le pasa a un amplio porcentaje de la sociedad. Se ve en profesionales, empresarios, amas de casa, estudiantes universitarios, empleados, y otros. En nuestros grupos, el número de asistencia es de unas 300 personas por semana. La gravedad está en ignorar que esto está ocurriendo en nosotros, en nuestros vecinos, en nuestros amigos, en ámbitos académicos... Por supuesto existen diferentes niveles de adicción y, por eso, sus consecuencias varían.
¿En qué tipo de relaciones es común? ¿En la pareja, con los amigos, entre familiares...?
En las relaciones de pareja es muy frecuente que se inhiban ciertos deseos de desarrollo por “miedo de que el otro/a se ofenda”. Que se limiten las relaciones con amigos o se frene la posibilidad de tener un hobby. Aún cuando sea de una forma leve, cuando se siente el condicionamiento de la relación como un freno a la libertad y el despliegue personal, hay codependencia. En la base de esas limitaciones está el miedo. El miedo coarta y empobrece el vínculo y anula la alegría de estar vivo. Si el poder se ejerce sobre otra persona, las posibilidades no son equitativas y el sufrimiento está presente.
Pero la codependencia también está presente en otros vínculos. Se puede dar en cualquier tipo de relación: padres, hermanos, amigos, jefes o compañeros de trabajo. Siempre la forma de detectarlo es a través de la vivencia del miedo de ser uno mismo. El miedo a no ser querido si se muestra tal como es.
¿Cuáles son los signos, las señales de alarma?
Test para indagar si alguien es adicto a las personas y a las relaciones. Consiste en responder sí o no a estas afirmaciones:
1) Soy capaz de hacer cualquier cosa con tal de que una relación no se disuelva.
2) Generalmente me siento atraído por personas muy problemáticas, necesitadas, irresponsables o caóticas. Al comienzo de la relación estos problemas no me parecen tan graves. Intento justificarlos o creo que se van a solucionar.
3) Necesito controlar permanentemente al otro para poder sentirme seguro. Disimulo este control bajo la apariencia de "ser útil".
4) Estoy pendiente de las necesidades del otro y me esfuerzo en complacerlo, aún cuando no me lo pida.
5) Si algo no funciona bien en la relación, me adjudico la mayor parte de la responsabilidad.
6) Todo lo que hago por el otro me parece poco. Nada es demasiado costoso o problemático si con eso puedo ayudar.
7) Mi autoestima es críticamente baja y dependo de la aprobación del otro.
8) Cuando estoy en una relación, vivo soñando en cómo podría ser si todo cambiara en lugar de ponerme en contacto con la realidad.
9) Tengo tendencia a los episodios depresivos.
10) Desde muy chico asumí las responsabilidades inadecuadas para la edad.
11) Es frecuente que me sienta avasallado o que no pueda poner límites.
12) Provengo de una familia con serios problemas emocionales (familia disfuncional).
13) Algunos de mis padres padecía algún tipo de conducta adictiva (al trabajo, al alcohol, a las drogas, a los sedantes, a la comida, etc.)
14) En mi infancia sufrí importantes carencias afectivas.
15) Convivo con el dolor emocional desde hace tanto tiempo que sólo lo percibo cuando llega a límites extremos.
16) Para combatir mis momentos depresivos recurro con frecuencia a los tranquilizantes, a la comida o al alcohol.
17) Debido a la tensión a la que estoy expuesto, he tenido una extensa gama de síntomas psicosomáticos.
18) Siempre atribuí a la mala suerte el hecho de haber tenido relaciones afectivas desafortunadas.
Si una persona respondió afirmativamente a nueve o más de estos ítems, es probable que nuestros grupos puedan ayudarla.
Hay quienes piensan que ser independiente es ser egoísta. ¿Es así?
Ser autónomo no tiene que ver con falta de respeto a la pareja, hijos o familia, sino en ser libre de elegir dentro de los parámetros establecidos de común acuerdo. Negociar los tiempos propios y los compartidos es indispensable para que el vínculo sea “parejo”, con iguales derechos y deberes, aunque sean en ámbitos diferentes.
¿Cuál es el tratamiento para un codependiente?
Como se trata de una enfermedad de autodiagnóstico, para poder iniciar un camino de liberación de esta modalidad vincular es necesario que la persona sienta que está viviendo de un modo insatisfactorio y que existe un cambio posible. En nuestros grupos hemos recibido a cientos de personas de ambos sexos que obtuvieron nuevos recursos para crecer en autoestima y aprender a respetarse a sí mismos y a los demás.
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