Con el pretexto de que había gente por los techos, supuestos policías lograron ingresar a una vivienda de Laprida al 3300. Tras reducir al dueño de casa, se llevaron dinero en efectivo y un juego de cubiertos de plata. Uno de los asaltantes vestía uniforme
Anteanoche, cerca de las 21, dos hombres se apersonaron a un departamento de pasillo de calle Laprida al 3300. Tocaron el timbre, preguntaron por José Bono, y cuando fueron atendidos, le dijeron que pertenecían a la seccional 16ª y que había una denuncia sobre supuestos ladrones que andaban por los techos.
Bono, empleado bancario que minutos antes había regresado al domicilio, les franqueó el acceso con toda confianza, teniendo en cuenta que uno de los desconocidos estaba vestido de manera similar a los uniformados policiales. Incluso ostentaba un escudo policial.
"Queremos los dólares", dijeron los visitantes una vez ingresados a la vivienda apuntándo a Bono con un arma de fuego. Para acelerar el trámite, le pegaron un culatazo en la cabeza.
Después de revisar y revolver todos los lugares donde podía haber dinero guardado, los ladroneshuyeron con unos 1.500 euros, algunos reales sobrantes de un viaje a Brasil, cerca de 600 pesos y un juego de cubiertos de plata.
LLEGÓ EL VECINO
"Habremos llegado con mi mujer sobre las 10 de la noche y nos llamó la atención que la puerta de calle estuviera abierta. Al entrar al pasillo escuchamos que José gritaba desde su departamento. Como la puerta de su casa no tiene picaporte del lado de afuera tuvo que ingeniárselas para abrirme. «Desatame, por favor, no aguanto más», me dijo. Hacía como 40 minutos que estaba atado con un repasador, la tira de una cortina y una especie de correa. Me costó bastante desatarlo", contaba ayer a la tarde Claudio, el vecino que comparte el pasillo donde vive José con su esposa, que al momento del atraco no se hallaba en su casa.
"Lo más llamativo fue que me llamaran por nombre y apellido", relató ayer José, entre el asombro y la resignación. "Me pidieron ingresar para verificar la denuncia que decían haber recibido. Y cómo no les iba a abrir, si hasta era probable que tuviera ladrones en mi casa, yo recién llegaba de trabajar", explicó con toda lógica.
José sólo alcanzó a ver que uno de los intrusos estaba vestido con una camisa azul y un escudo que parecía de la policía, mientras que el otro estaba de civil. Estimó que tendrían entre 35 y 40 años y le pareció advertir que se comunicaban por teléfono con un tercer hombre que parecía estar afuera esperándolos en un auto. "Hablaban bajito y le decían que acá no había nada", recordó.
"Mucho no pude ver porque con el culatazo me dijeron que no los mirara", recordó, y añadió que todo el tiempo le pedían que le entregara el dinero. "Les dije que trabajo en un banco, que no tengo ahorros en mi casa pero no me creían. Me encañonaban y amenazaban con que si encontraban el dinero me iban a matar", detalló José, y agregó: "En un momento me pusieron un pulóver en la cabeza y se me vinieron todas las películas policiales que había visto. Pensé que lo hacían para que no hiciera ruido el tiro".
Según estimó la víctima, los delincuentes habrán estado algo más de media hora recorriendo toda la casa en busca de dinero. Incluso destrozaron el forro de una silla y una caja de vinos en busca de billetes. Los delincuentes lo dejaron fuertemente atado en la cama y huyeron con el dinero que hallaron y otras pertenencias que cargaron en un bolso, entre ellas el costoso juego de cubiertos, prendas de vestir, zapatillas, un juego de toallas y sábanas a estrenar, y la bondiola que estaba secándose en el patio.
"Y esta mañana (por ayer) me pareció detectar una meada en un rincón", concluyó José, casi curado de espanto, para lamentarse: "Y al final, después de todo esto, voy a tener que agradecer que no me mataron".
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