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Lo golpearon y le robaron todo el dinero de la pelea

“Eran policías”, dijo Osvaldo Rivero.

Osvaldo Rivero (izq.) conversa con el campeón mundial Super Mosca Omar Narváez en una imagen de 2007. Foto: AFP

Osvaldo Rivero (izq.) conversa con el campeón mundial Super Mosca Omar Narváez en una imagen de 2007. Foto: AFP

Osvaldo Rivero, mánager de Omar Narváez, sufrió ayer a la tarde el robo de 35 mil dólares y 110 mil pesos en efectivo luego de ser abordado en una ruta del sur santafesino.

Rivero conducía una camioneta Porsche 4 x 4 de su propiedad cuando fue detenido en un falso control vial. Al advertir la presencia de supuestos agentes policiales sobre la ruta AO12, a la altura de la localidad de Soldini, el promotor frenó. Las tres personas que lo detuvieron le aseguraron que se había excedido la velocidad permitida. Al verificar la identidad de Rivero sacaron armas y comenzaron a golpearlo. Lo mismo sucedió con sus dos acompañantes. Rivero salió corriendo y fue asistido por un camionero.

Los falsos policías vestían ropa verde. Al borde del camino había un auto verde con calcomanías de la policía santafesina. Por el color no se trata de los autos oficiales que utiliza la policía de la provincia. “No descartamos ninguna hipótesis, pero en principio se trataría de falsos agentes. No sabemos si fue un robo al voleo o actuaron con una logística”, detalló a Clarín el fiscal Alvaro Campos.

El promotor sufrió un corte en la frente tras recibir un culatazo y fue atendido en un hospital de Roldán, 30 kilómetros al oeste de Rosario. Rivero viajaba desde Capital Federal a Villa María, Córdoba, para la pelea de hoy. El dinero robado iba a destinarse a la velada boxística. Además de la plata, al promotor le llevaron también los bolsos en los que trasladaba la ropa de Narváez, una computadora y celulares.

“Aún no lo puedo creer. Estaban uniformados, eran policías”, sostuvo Rivero por Cadena 3. Y agregó: “Aún no hice la catarsis. Sé que me voy a quebrar y me va a costar recuperarme. No soy yo en este momento. Me cuesta creer que elegí entre la vida y la muerte. Y lo que más me cuesta creer es que el tipo que me pegaba era como Dios, podía decidir si yo vivía”.

Fuente: Clarín

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