El 9 de enero de 2011, Matías Gabriel Brua ingresó al camping de Pueblo Esther, más conocido como Bajada Rimoldi. Fue con un grupo de amigos y allí se disponían a pasar la tarde. Entraron al lugar aproximadamente a las 14:30 de aquel domingo y una media hora después decidieron refrescarse en el río.
Mientras estaban en el agua y según el relato de su papá Abel Brua, su hijo “le pide ayuda a su primo que estaba a un metro de distancia aproximadamente ya que estaba sintiendo hundirse. El primo logra agarrarlo, pero al no poder hacer pie se le escapa de la mano. Ese brazo del río que es de no más de 4 metros de ancho, había sido dragado, pero no estaba señalizado por las autoridades del camping. No había un solo cartel que lo indicara. Ese aparente inofensivo lugar era una trampa mortal para cualquier persona que se zambullera esa tarde fatídica de domingo en que mi hijo se ahogó en ese lugar. Los buzos y prefectura buscaron intensamente sin poder encontrar el cuerpo y no fue sino hasta la tarde del lunes a las 18 horas, que se lograron sacar el cuerpo ya sin vida de mi hijo que estuvo 27 horas aproximadamente en el agua”.
Abel recuerda que, en ese momento, Flavio Puccini estaba como presidente de la entonces comuna y que pasaron los meses que nadie le ofreció ayuda psicológica, ni tampoco nadie se acercó a él. Fue entonces que, pasado un año de este triste episodio, decidió iniciar acciones legales contra la comuna (hoy municipalidad) pero a la fecha todavía continúa con su pedido de justicia; ya que las investigaciones tampoco prosperaron como esperaba.
El hombre hoy vive en provincia de Salta, pero viaja asiduamente a Pueblo Esther. De hecho, comentó que en repetidas ocasiones se presentó en la municipalidad y contó que habló hasta con los concejales que hoy están en funciones, pero pese a que tuvo varias promesas, nadie lo ayudó.
Mencionó también que durante estos días 10 años trató siempre de manejarse con respeto, no se hicieron movilizaciones, ni cortes de ruta. Lo que lo tiene angustiado a Abel fue que entiende que ese momento hubo una negligencia por parte de la comuna y nadie se lo reconoció, ni siquiera con un llamado solidarizándose con la pérdida de la vida de su hijo.
A la fecha, solo sigue intentando mantener en la memoria colectiva la figura de Matías que en ese momento tenía tan solo 17 años.
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