Los trabajadores del efector exigen una guardia policial permanente y ya restringieron el ingreso de acompañantes.
El efector de bulevar Avellaneda al 1400, donde la noche del lunes se desató un grave hecho de inseguridad.
La violencia en diferentes efectores de salud se repite en los últimos años, lo que obligó a muchas instituciones médicas, en especial del sector público, a trabajar con presencia policial o refuerzos de personal de seguridad.
El lunes por la noche, el Hospital Carrasco, ubicado en bulevar Avellaneda al 1400, fue escenario de un grave hecho que pudo terminar mucho peor, ya que ingresó un hombre con aparente intención de robo y al verse descubierto por una enfermera gatilló varias veces para luego darse a la fuga.
Personal de seguridad privada que cumple tareas en el lugar intervino, pero se trata de agentes que no cumplen tareas policiales sino más bien administrativas y no pudieron detener al delincuente, que escapó por calle Río de Janeiro.
La gravedad de la situación generó, este martes, que los trabajadores (autoconvocados) del Carrasco cortaran el bulevard en forma espontánea y en señal de protesta. Además tomaron algunas medidas, y reclaman otras.
Entre las medidas que ya pusieron en marcha se encuentran: restringir el ingreso de acompañantes de los pacientes, no permitir el ingreso de enfermos derivados de otros efectores ni internar a nuevos pacientes que consulten en la guardia.
Estas acciones tienen que ver además con que los trabajadores que están en sus puestos se encuentran “desbordados”, según manifiestan, por la cantidad de licencias que hay desde hace meses, y que según afirman, no se han generado los reemplazos necesarios para cubrir esos faltantes, sobrecargando al plantel.
En relación a la seguridad, el personal autoconvocado del Carrasco exige: refuerzo en la iluminación de todo el predio, que ocupa dos manzanas, y corredores seguros dentro del hospital. También piden de manera urgente que haya personal policial en el interior.
Melisa Baldomá, médica del servicio de Clínica Médica, quien trabaja hace diez años en ese efector municipal, expresó con angustia a La Capital: “La verdad es que nunca nos imaginamos estar pidiendo personal policial y refuerzos para hacer nuestra tarea”.
La profesional mencionó que el corte de calle surgió “de manera espontánea por parte de todos los trabajadores del hospital”.
“Hemos llegado a una situación límite por muchos motivos. Estamos con un récord de licencias médicas, puestos que no se cubren desde hace tiempo, con un nivel de demanda altísimo, una población que requiere muchísimo de nuestro trabajo desde que empezó la pandemia, ya que hemos sido efector Covid desde el comienzo y hoy seguimos atravesando los coletazos de esas situaciones críticas”, detalló.
“La violencia contra los trabajadores de salud no es un hecho nuevo y se está agravando. Respecto de lo que pasó el lunes por la noche, fue una situación extremadamente preocupante”, puntualizó Baldomá.
El hecho sucedió un rato después de que un grupo de médicos y enfermeros había intubado a un paciente crítico. Cuando los enfermeros terminan con esa difícil tarea, ingresan al office de enfermería, un lugar que habitualmente está desocupado (al que se va solo a descansar un rato o tomar un café) y se encontraron con un hombre intentando robar un televisor y algunos efectos personales.
“Este individuo estaba armado, gatilla, y aunque no se sabe si el arma estaba cargada o no, fue un hecho tremendo; gatilló varias veces contra la enfermera y el personal de seguridad, que no puede resolver este tipo de situaciones ya que ellos hacen tareas más bien administrativas”, señaló la médica.
“El hospital es abierto, es oscuro, hay mucho arbolado. Realmente no queremos estar amurallados y encerrados, pero esta es una situación límite y no es un hecho aislado sino que son cosas que se vienen dando en muchos efectores”, dijo y agregó: “Lo que pedimos, lo que exigimos es por nosotros, los trabajadores, pero también por los pacientes que están igualmente expuestos”.
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