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Nuevas chances para lograr un embarazo con técnicas in vitro

En fertilización, un 17% de los embarazos se interrumpe al implantarse embriones genéticamente anormales. En Europa descubrieron una técnica que permite analizar los cromosomas y seleccionar los más sanos. Ya nació el primer bebé en el país.

Foto: Imagen Ilustrativa

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Pocas áreas de la medicina experimentaron avances tan sorprendentes como la reproducción asistida. Desde el advenimiento del ICSI (Inyección Intracitoplasmática de un espermatozoide) en 1992, el panorama de la fertilidad cambió a nivel mundial. Mujeres que estaban destinadas a no poder concebir, pudieron lograr su embarazo gracias a esta técnica que llegó para marcar un antes y un después.

Hoy se sabe que alrededor de 1 de cada 8-9 mujeres tiene dificultades para concebir. Y la cifra se repite en general en todos los rincones del mundo, salvo lugares en los que las tasas varían por cuestiones ambientales.

La buena noticia es que de quienes padecen infertilidad, el 35-55% tiene chances concretas de lograr un embarazo a través de un tratamiento de alta complejidad.

El doctor Fernando Beltramone (MP 22.205 - ME 9.064) es especialista en Ginecología y Obstetricia y en Medicina Reproductiva y destacó que "las técnicas disponibles actualmente posibilitaron lograr un incremento notorio en las chances de concebir, y los avances que se siguen produciendo nos permiten aseverar que el área de fertilidad seguirá generando sorprendentes novedades en los siguientes años".

Para el miembro del staff del servicio de tocoginecología de Clínica Privada Gallia, "ningún programa de reproducción en el mundo ofrece una chance de éxito del 100%, sea cual fuere la técnica que se aplique. En rigor, la mejor tasa de efectividad en tratamientos de fertilización en el mundo alcanza el 75%, utilizando todos los avances disponibles de la ciencia".

"Dicha tasa, incluso, se obtuvo en contados centros especializados en el mundo; el promedio general de efectividad está entre el 35% y el 55% en la mayoría de los establecimientos de gran experiencia", sostuvo el especialista, quien resaltó que la respuesta a por qué no es posible alcanzar una efectividad absoluta está en las anomalías genéticas de los embriones, las cuales resultan en una limitación para que se logre el embarazo".

Evolución = menor fertilidad

"Toda especie animal tiene una tasa reproductiva propia a su especie. Por ejemplo, si hacemos fertilización in vitro en ratas, cerca del 90% o más resultarán en embarazo, pero la tasa reproductiva del ser humano es muy inferior a este porcentaje. De hecho, cuanto más alto está en la escala evolutiva determinada especie, más imperfecta es su reproducción. Esto, por consiguiente, se traslada a la efectividad de los tratamientos de FIV", explicó Beltramone.

Embriones genéticamente anormales

El especialista detalló que "la fertilización in vitro implica fertilizar en el laboratorio los ovocitos con el semen del hombre y cuando se realiza ICSI, se inyecta un espermatozoide dentro de cada óvulo".

Tras asegurar que "la experiencia en este campo demostró que entre el 30% y el 70% de los embriones logrados por FIV (con o sin ICSI es igual), son genéticamente anormales y que esto tiene directa relación con la edad", Beltramone remarcó que "por esta razón, la tasa de éxito de los tratamientos tiene un límite, y el embarazo no puede asegurarse".

"Cuando estamos frente a casos de embriones genéticamente anormales, éstos no implantan en la mujer, o lo hacen raramente y se pierden luego de haberse implantado. Esto es lo que se llama aborto espontáneo. Estas anomalías genéticas no implican el nacimiento de un niño con malformaciones, sino que éstas son tan pronunciadas que la pérdida se produce antes o poco después de implantarse", aclaró el especialista.

¿Existe alguna solución?

"Hace 15 años se diseñó lo que se conoce como PGD (diagnóstico genético preimplantatorio), que consiste en sacar un célula, o grupo de células, del embrión (antes de ser transferido al útero), y examinarlas genéticamente para detectar los embriones que no tienen anomalías", detalló Beltramone, quien destacó que "una vez que se detectan estos embriones 'sanos', los mismos son seleccionados y transferidos específicamente al útero de la paciente".

La aplicación de esta técnica mejoró sólo parcialmente los resultados en sus primeros años. Pero en 2008 surgió un nuevo procedimiento llamado a-CGH (hibridación genómica comparada en arrays), y el panorama cambió categóricamente.

"Esta técnica de nombre difícil, que tiene por finalidad detectar también la normalidad o anormalidad embrionaria, nos permite ahora examinar todos los cromosomas embrionarios (en vez de 5 o 7 como ocurría con su antecesor, el FISH), y esto nos da hoy una gran certeza del contenido genético (normal o anormal) de ese embrión", enfatizó y aseguró: "Esta nueva técnica nos da ahora la casi certeza (tiene exactitud de 95-99%) de transferir los preembriones que son genéticamente normales, lo cual es radicalmente diferente al procedimiento más antiguo".

Qué resultados trae el a-CGH

Fundamentalmente la gran mayoría de los preembriones que no se implantan son genéticamente anormales. Además, el 17% de los embarazos culminan en aborto espontáneo. Hoy se sabe que de las pérdidas de menos de 8 semanas, el 85% son genéticamente anormales (esto constituye un mecanismo de preservación de la especie preestablecido por la naturaleza).

Entonces, el beneficio concreto de tener la certeza de que se transfieren preembriones genéticamente normales, además de evitar enfermedades cromosómicas importantes, lleva a dos hechos:

1- Aumento en la chance de embarazo por cada transferencia de preembriones

2- Disminución de la tasa de abortos espontáneos.

"Hoy en día, el PGD con a-CGH en la Argentina y en muchos países es una herramienta de excepción, que en pocos casos se realiza. En un futuro cercano, será práctica habitual", destacó Beltramone, quien reseñó: "Entre otros, el aborto recurrente consiste en la pérdida de 3 o más embarazos en una paciente. Actualmente se sabe que gran número de esas pérdidas son genéticamente anormales, y el PGD con a-CGH demostró aumentar significativamente la cantidad de nacidos a término en estas pacientes".

"Este año nació en Córdoba el primer niño sano producto de PGD con a-CGH en una paciente con aborto recurrente. Un nuevo hito en nuestra especialidad. Una nueva esperanza en herramientas a disponer", finalizó.

Fuente: SM / Infobae

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