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Se derrumba un mito: el Yeti no es más que un oso

Un grupo de científicos analizó muestras de pelos atribuidos a esa y otras legendarias criaturas. Y confirmó que pertenecían a especies conocidas.

Foto: AP

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El abominable Yety del Himalaya es probablemente un oso, al igual que otras criaturas legendarias como el Bigfoot (Pie Grande) de América del Norte o el Almasty asiático, según revelaron investigaciones genéticas sobre muestras de pelo. Los estudios fueron difundidos en la Proceedings B, una publicación especializada en biología de la entidad científica Royal Society, confirmando así que es legendario animal no es más que una subespecie de oso.

El experto en genética Bryan Sykes, de la Universidad de Oxford, y sus colaboradores, analizaron 30 muestras de pelo procedentes de museos o de poseedores particulares y supuestamente pertenecientes al Yeti, a Bigfoot y a Almasty. Así, los expertos consiguieron desmitificar a estos enigmáticos seres: el pelo pertenecía a osos pardos, negros o polares, caballos, vacas, mapaches, lobos, ciervos o incluso a personas.

No obstante, los resultados presentaron una pequeña sorpresa: una secuencia genética de dos muestras de pelo de India y Bután resultó coincidir con la de un oso polar del Pleistoceno, que vivió hace 40.000 años. Una de esas muestras de pelo, de un tono marrón-dorado, la consiguió un cazador en India hace 40 años. Según él, el animal era muy diferente a los osos habituales. La segunda muestra, marrón rojiza, procede de las selvas de bambú de Bután y supuestamente pertenece a un Migyhur, el equivalente del Yeti en ese pequeño país. Según los expertos, el enigmático resultado debe ser tomado como provisional, pues se trata de una secuencia corta de ADN. Posiblemente pueda tratarse de una especie de oso desconocida hasta el momento, o de un descendiente de un híbrido entre oso pardo y oso polar que viviera antes de que ambas especies se separaran.

Con la excepción de estas dos muestras, el resto pertenecía a mamíferos conocidos, escriben los investigadores. No obstante, señalan que la inexistencia de pruebas no descarta la existencia de primates anormales. Eso sí, los criptozoólogos que creen en Bigfoot y compañía ya no podrán afirmar que la ciencia no los toma en serio. Sólo tienen que ofrecer evidencias de la existencia de estas criaturas, añaden los expertos.

Fuente: DPA / Clarín

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