El ex integrante de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Ciudad de Buenos Aires, Félix Romero de Igarzabal, fue condenado a ocho años de prisión por abusar de sus tres nietas, desde que eran niñas hasta su adolescencia.
Félix Romero de Igarzabal, un ex juez de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Ciudad de Buenos Aires, abusaba de sus tres nietas todos los domingos después de misa, desde que eran niñas hasta su adolescencia. Fue condenado a ocho años de prisión.
Según publica el diario Página/12, Romero de Igarzabal recibía a su numerosa familia todos los domingos para el tradicional almuerzo. Después de haber ido todos a misa, el abuelo aprovechaba para estar a solas con cada una de sus tres nietas, en alguna habitación, para abusarlas y envolverlas en un oscuro pacto de silencio."Esto es un secreto entre nosotros dos hasta que me muera", les decía cada vez que las abusaba.
Las chicas ya son jóvenes y tienen actualmente 20, 24 y 26 años. Los abusos los sufrieron en la mansión de "Veco", como le dicen en la familia al ex camarista, una casa de tres plantas, amplio jardín arbolado, pileta y dos quinchos, ubicada en Gaspar Campos 468, en la zona más residencial de Vicente López. Allí crecieron la madre de las tres víctimas y sus nueve hermanos. De Igarzabal y su esposa Lita tuvieron diez hijos. Y cada uno de ellos, entre seis y diez hijos.
El dormitorio del abuelo y el sótano de la mansión fueron algunos de los sitios donde perpetró los abusos contra sus nietas, según contaron las jóvenes. A una de ellas se la llevaba siempre a su dormitorio, en el primer piso, después de cada almuerzo dominical, con la excusa de buscar caramelos para repartir entre los presentes.
Era un ritual. La niña se resistía, porque sabía lo que vendría después: los abusos y la exigencia de silencio. Sus propios padres, y el resto de la gran familia que disfrutaba de la sobremesa, esperaban que fuera para recibir luego los dulces.
Las tres hermanas detestaban lo que les hacía "Veco". Dos de ellas recuerdan que se dieron cuenta de que estaban sufriendo abusos sexuales leyendo un artículo sobre el tema en el diario, ya adolescentes. Pero ninguna de las tres sabía que "Veco" tenía la misma conducta con las demás.
Hasta que una de las tres, la menor, en su pubertad, un día estalló en llanto y contó sus sufrimientos a una de sus hermanas. Y así, poco a poco las tres fueron hablando, contando sobre aquellos horrores.
El apoyo de amigas y de sus novios de la adolescencia –que les reafirmaban que lo que su abuelo les había hecho estaba mal–, las ayudó a pedir ayuda terapéutica para poder salir adelante, en un contexto familiar que prefirió acallar los abusos sexuales perpetrados por el patriarca de la familia.
Al enterarse, hasta la madre de las chicas –hija de "Veco"– y su padre les plantearon que tenían que perdonar a su abuelo. Recién en el último tiempo las han acompañado en su pelea judicial.
Por su edad –tiene 92 años y ya está jubilado como magistrado– Romero de Igarzabal cumple la pena en la misma casa donde cometió los aberrantes delitos. La sentencia fue dictada por el Tribunal en lo Criminal N° 4 de San Isidro, en un juicio abreviado. Sus nietas reclaman ahora una indemnización por daño psicológico y moral, en una causa que tramita en el Juzgado Civil N° 1.
Pero el abuelo se resiste a allanarles el camino con el argumento de que el delito prescribió. La demanda enfrentó a las nietas con el resto de su familia –uno de sus tíos es juez y otro secretario en el fuero civil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires– porque temen perder parte de la herencia que esperan recibir cuando De Igarzabal se muera.
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