Declaró ante la fiscal que, cuando lo detuvieron en la casa de su novia comisario, estaba investigando a policías corruptos vinculados a narcos. Y que trabajaba para la SIDE y el Ministerio de Seguridad.
Eduardo Miguel Juárez Tapia, Eduardo Padres, Miguel Suárez, Miguel Eduardo Juárez Zapata. Difícil saber, leyendo el prontuario y las causas judiciales que tuvo, qué es verdad y qué es mentira detrás del hombre calvo, medio gordito y con expresión risueña que el 5 de diciembre fue detenido en Ranelagh acusado de hacerse pasar por comisario inspector de la Bonaerense durante dos meses con escandaloso éxito.
Poco se sabe de su vida personal más allá de que, vestido de impecable uniforme, logró enamorar, ponerse de novio y mudarse con Etelvina Zaracho, una reconocida comisario de Florencio Varela, asistir a actos oficiales y hasta hacer inspecciones en seccionales del sur del Conurbano. Ni siquiera su edad está clara. Lo único que coincide en todas sus declaraciones es que nació un 16 de enero. Pero los años varían: 1965, 1967 ó 1969.
Juárez Tapia hoy vive en el penal de Magdalena (había salido de prisión el 5 de octubre, tras cumplir una pena de 24 años) y está procesado por “ostentación ilegítima de insignias, de títulos y honores”; “encubrimiento” (por tener un auto y un arma policial robada al momento de su detención), “tenencia de arma de guerra” e “intento de fuga” (porque quiso escaparse cuando lo trasladaban).
Pero él dice que nada de esto fue así: que nunca se hizo pasar por policía, sino que sólo vestía de camisa y pantalón azul y que la foto en la que aparece uniformado se la sacó por diversión; que el arma que le secuestraron en realidad se la plantaron; que al auto robado lo compró de buena fe e incluso que no se quiso escapar durante el traslado; juró que se cayó del móvil que lo llevaba porque se abrió la puerta trasera en un bache y que no tuvo otra alternativa que correr para no ser arrollado por un auto que justo venía en su dirección.
Juárez Tapia declaró todo esto el 27 de diciembre ante la fiscal María de los Angeles Attarian Mena. En esa indagatoria fue aún más allá y sostuvo que su detención se debió a un “vuelto”: aseguró que luego de salir de la cárcel, un jefe policial de Lomas de Zamora le encargó seguir a un capo narco de la zona sur y que reportaba directamente a un altísimo funcionario político del Ministerio de Justicia y Seguridad bonaerense (cuyo nombre precisó) porque había comisarios involucrados en el tema.
Para darle verosimilitud a su versión, Juárez Tapia hizo referencia a un misterioso sobre supuestamente secuestrado en la casa de Zaracho, donde él vivió un mes y donde fue detenido el 5 de diciembre por policías de Delitos Complejos.
“Cuando fueron a hacer el allanamiento a mi casa, sé que encontraron un sobre papel madera. Es de un procedimiento de droga que se hizo en Monte Grande. En ese sobre están los datos, fotos y filmaciones de una persona que tenía que agarrar en la zona sur, que es una persona que vende drogas en Almirante Brown”, declaró el falso comisario inspector.
En la misma indagatoria, Juárez Tapia dio el nombre del narco y del country donde vive y sostuvo que su tarea era “caminar” al sospechoso, meterse en una villa adonde traficaba y entregarle toda la información directamente a su referente en el Ministerio. En ese sobre papel madera, agregó, también “están los datos de los comisarios que están implicados en el tema”.
Imperturbable –como cuando le dijo al jefe de la Vucetich que se quería casar con Etelvina Zaracho en la capilla de esa escuela policial–, Juárez Tapia se presentó también ante la Justicia como un agente de la Secretaría de Inteligencia (SIDE) y dio los nombres de tres altos funcionarios del área. De hecho, antes de caer preso, ya le había dicho a Zaracho que él era una especie de espía encubierto.
“Esto es por una investigación que venía trabajando y, como no entregué toda la información, me están buscando”, le dijo el falso policía a su novia cuando, cuchillo en mano, intentaba resistir su detención dentro de la casa de ella en Ranelagh. “El me dijo muchas cosas, que era de la SIDE, que lo buscaban por un caso, pero nunca me dijo cuál era”, declaró Zaracho en su indagatoria. Ella también quedó procesada en el caso, por el delito de “incumplimiento de los deberes de funcionario público”.
La historia de amor entre la comisario y su par “trucho” fue, tal vez, el punto más alto del engaño de Juárez Tapia. Pero el caso también dejó al descubierto los agujeros dentro de la Bonaerense, al punto que su detención obligó a reformar los controles de ingreso al Ministerio de Justicia y Seguridad bonaerense, en La Plata.
Durante 60 días este hombre dejo en ridículo a comisarios y funcionarios. Y eso si se descarta la hipótesis de que, como él sostiene, no todos fueron engañados... porque para algunos trabajaba.
El que no se dejó engañar, en cambio, fue el empresario al que Juárez Tapia contactó para, en su papel de comisario, ofrecerse para investigar el robo de 70.000 dólares que había sufrido e instalarle un sistema de cámaras de seguridad en su empresa porteña.
El hombre sospechó de su interlocutor y se contactó con un amigo de la Bonaerense para chequear su identidad. Ese fue el principio del fin para Juárez Tapia y también para Zaracho, que había ido con su novio a la reunión con el empresario y cuyo nombre quedó prolijamente anotado en los registros de visita de la empresa.
La víctima estaba internada en el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria desde el pasado 20 de octubre cuando intentó frenar una pelea a la salida del salón de eventos donde festejó los 15 su sobrina. Después de múltiples golpes, un joven de 19 años le propinó una patada en la cabeza mientras estaba en el piso. Este domingo se confirmó su deceso
Claudina se presentó en el Instituto Médico Legal para reconocer el cuerpo de su hija. "No puede seguir pasando esto, ni en San Lorenzo ni ninguna otra parte del país. Basta”, dijo.
El jefe de la Policía de Investigaciones, Natalio Marciani, confirmó que uno de los detenidos en la noche del jueves fue quien aportó información que les permitió encontrar el cadáver de la joven. “Todos nos hace presumir que la muerte fue cercana al día de la desaparición”, señaló
Lo halló la Policía de Investigaciones tras allanamientos que realizó en la noche de este jueves en Puerto General San Martín, donde había sido secuestrado un 308 gris que se presume que tendría relación con la desaparición de la joven de 20 años que había sido vista por última vez el 30 de octubre.
Se trata de Kevin Leonardo Ayala, quien además está investigado como posible partícipe en el homicidio del policía Andrés Farías, que tuvo lugar el pasado 27 septiembre en Fisherton. Al momento de ser acusado en Rosario tenía la llave de unas esposas en su ropa interior