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El gobierno municipal inauguró el "Paseo Sanmartiniano", que por más que se haya vendido con bombos y platillos, no es más que una esquina de adoquines, con dos figuras y algunos bancos y canteros. Además, el lugar, pertenece a un espacio público que está explotado por una obra eterna e interminable que desde hace varios meses entorpece la circulación de vehículos y peatones, como lo es la "Puesta en Valor del Boulevard Mansueto Maiorano". Emoción más que desmedida...
El Paseo comprende un porcentaje mínimo de una obra sin terminar...
En su discurso, el intendente Daniel Tonelli casi lloró. Contando cómo se gestó hasta el día esperado de la inauguración del "Paseo Sanmartiniano", al mandatario se lo notó con la voz entrecortada, ante la atenta mirada de quienes participaron del acto protocolar, sobre la intersección de las calles Mansueto Maiorano y Humberto Primo. De forma exagerada, la municipalidad montó un despliegue inédito en esa intersección que antes se daba cuando aparecía Papá Noel, en fechas festivas, y se encendía el gran arbolito navideño. En este caso, con escenario incluído, la gestión Tonelli hizo semejante gasto por una esquina.
Una esquina de adoquines, con poco color, un mástil, algunos bancos, y dos figuras de hierro, sumado a algunas inscripciones grabadas. Tierra que luego se convirtió en barro, pocas flores, un cantero precario y no mucho más...Por una esquina, Daniel Tonelli se emocionó como si hubiera reformado el hospital o hecho el rulo de "El Ombú", o inaugurado las propias obras del boulevard que está inconcluso y atrasado desde hace un montón.
Casi al borde del llanto, recibió los aplausos por inaugurar UNA ESQUINA. Una esquina un poco triste, gris, descolorida...Todo por una pequeña esquina, que por más que la venda, no deja de ser el 1% de la obra completa...
