A casi tres años del femicidio de Elsa Mercuri, mañana comienza el juicio a su asesino, José María Castro, y se extenderá, según la información oficial, hasta el 3 de octubre. La familia pedirá la cadena perpetua.
El 19 de agosto, la familia de la mujer asesinada por su marido en General Lagos, dio un paso más en el camino hacia la justicia cuando, finalmente, pudo sepultar el cuerpo en el cementerio San Roque de Arroyo Seco.
El caso
La última vez que la vieron con vida, Elsa Noemí Mercuri tenía 61 años. Fue el 28 de marzo de 2019 y, durante ocho meses, su pareja insistió en que lo había abandonado y se había ido de la casa que ambos compartían en General Lagos. Incluso, se presentó en la comisaría de esa localidad para dejar constancia del abandono del domicilio.
Sin embargo, la verdad salió a la luz 8 meses después, cuando tras un rastrillaje en la zona, algunos restos óseos de la mujer fueron encontrados en el pozo del molino que caracterizaba la finca en la que la pareja vivía. El hallazgo puso en jaque a José María Castro, que finalmente se quebró y confesó haberla ahorcado en medio de una discusión.
En marzo, el fiscal Alejandro Ferlazzo elevó la causa a juicio y le achacó al presunto femicida el delito de homicidio calificado por el vínculo y por mediar un contexto de violencia de género, solicitando la pena de prisión perpetua. La jueza de Primera Instancia, Valeria Pedrana resolvió admitir la acusación y tener por ofrecidas las pruebas.
Desaparecida
Elsa Noemí Mercuri tenía cinco hijos con los que intercambiaba mensajes a diario, una activa vida social y mucha participación en redes sociales. Por eso sorprendió tanto su repentino silencio. De un día para otro dejó de frecuentar el pueblo, la biblioteca y suspendió todos los posteos en sus redes. La conducta preocupó a sus hijos que, a diario, le preguntaban a su padre por ella.
La respuesta de Castro era siempre la misma, discutieron y Elsa se fue. «Dijo que estaba cansada de todo, que se iba y que no iba a volver más». El hombre repitió esa historia con diversas versiones. Incluso llegó a decir que estaba en México o Brasil. Y que había dejado el celular para que no la encuentre. Aunque en otra oportunidad, cambió esa historia y afirmó que Elsa dejó el celular porque estaba roto e iba a comprar otro.
Durante meses sus hijos presionaron y fueron obteniendo diversas respuestas, a veces similares, a veces diferentes. En abril, uno de ellos obligó al hombre a ir a la comisaría para dejar asentado que Elsa había abandonado el hogar, aunque no pidió búsqueda de paradero porque afirmó que su esposa había anunciado que lo dejaba.
A principios de noviembre de 2019, una de las hijas de Elsa realizó una serie de posteos pidiendo ayuda para encontrar a su madre. Días después, el fiscal José Luis Caterina abrió una investigación de oficio. El 27 de ese mes, durante una rastrillaje en la propiedad de la zona rural en la que vivía el matrimonio, fueron encontrados los restos de la mujer, envueltos en una bolsa de arpillera, junto a una soga y un machete.
Tras el hallazgo, el hombre se quebró y relató que no recordaba en qué fecha había tenido una fuerte discusión con Elsa y que, en un momento dado, tomó una soga, la pasó por el cuello de la mujer y la estranguló hasta que perdió el conocimiento. Dijo que en ese momento pensó que sólo estaba desmayada, pero más tarde, cuando se dio cuenta de que en realidad estaba muerta, envolvió el cuerpo, lo llevó hasta el pozo del molino y lo arrojó.